jueves, 25 de septiembre de 2008

Grupo 15 “El tratamiento para superar la drogadicción mejora cuando la familia se involucra”

Isabel Senabre: “El tratamiento para superar la drogadicción mejora cuando la familia se involucra”

Fuente Web: http://www.fuerteventuradigital.com/noticias/imagen/2007/04/18/183522.asp



Análisis Critico de Grupo 15:

Todos tenemos claro que tanto el alcoholismo como la drogadicción son enfermedades que pueden afectar a cualquier miembro de cualquiera de nuestras familias, y que no discrimina sexo, la edad o el estrato social, por lo que se hace fuertemente trascendental que la familia tenga la capacidad de poder descubrirla a tiempo. El flagelo de la drogadicción y el alcoholismo son enfermedades que no sólo afectan a quien es adicto, sino que a todos los que los rodean, fundamentalmente tanto en el plano laboral, social, y, sobre todo, en el familiar. Y es aquí donde los sentimientos chocan y muchos padres piensan que dejando al enfermo de lado es como si nada sucediera, pero lo más indicado que debe hacer una familia es incluir y no excluir a quien esté pasando por una situación de drogadicción.

Sin duda la participación de la familia en la superación y prevención del consumo de drogas en los jóvenes resulta de suma importancia. Es usual encontrar casos de jóvenes que recurren a las drogas en busca de sensaciones de bienestar que no reciben en sus hogares, por eso buscan amistades con quienes compartir estas sustancias ilícitas y de una u otra forma “olvidar“ aquello que los aqueja. Tampoco se trata de justificar aquella práctica, sino que sólo cabe hacer la salvedad que en gran cantidad este es uno de los motivos que lleva a los jóvenes a la droga. Malas relaciones con padres, violencia intrafamiliar, poco apoyo, entre otros, serían factores que gatillarían esto y por supuesto generarían un proceso de socialización precario, entendiendo la importancia que tiene la familia al ser la primera institución socializadora en la vida de un individuo.

Ahora bien, dentro del proceso de rehabilitación de un drogadicto, entendido como un complicado y difícil camino que requiere enorme fuerza de voluntad y apoyo, es claro que la familia juega un papel fundamental. Es un proceso donde se requiere sentir el cariño, el apoyo incondicional de padre, sentir que aunque se equivocaron aún creen en ellos, en sus capacidades de salir adelante y vencer el flagelo de la droga.

Para los drogadictos el proceso de dejar la sustancia es distinto. No todos viven este tratamiento de la misma forma y claramente el rol que esté jugando cada familia en este es valioso. En los consumidores ocasionales les resulta menos difícil dejar de consumir, al contrario de lo que les ocurre a los consumidores habituales, en los cuales no es nada fácil pasar por una rehabilitación. Los tratamientos de rehabilitación que sin duda logran mayores éxitos son aquellos en el que el trabajo familiar y el apoyo profundo al paciente están a cualquier hora del día.

Las familias también sufren el impacto de la sociedad que los ahoga ocasionando un sensible vacío en su real capacidad de encarnar valores que funden, iluminen y orienten la existencia. Aun cuando las drogas han existido siempre y seguirán existiendo, el consumo problemático se ha manifestado con fuerza en las ultimas décadas transformándose en un problema social que va en aumento debido a que hay mayores facilidades para acceder a ellas.

El consumo abusivo de drogas afecta a las personas, a las familias, a la sociedad, es decir, un problema que nos afecta a todos, por ende, requiere ser enfrentado por todos los elementos que componen una sociedad. Es importante recalcar que el individuo drogadicto debe pasar varias veces por instancias socializadoras, ya que en una eventual “rehabilitación” esta la concepción de inserción social, por ende, el sujeto debe volver a adaptarse a un medio donde se encuentran pautas sociales establecidas. La experiencia ha demostrado que la solución no esta sólo en manos de los organismos de control, ni en la de los expertos, es fundamental que se involucre la comunidad, la escuela y especialmente la familia.

2 comentarios:

  1. Comentario

    Es indudable que la presencia y el apoyo de la familia del paciente en su tratamiento para superar la adicción a las drogas, posibilita resultados más satisfactorios en este proceso de recuperación, al igual que la neutralización de dicha adicción mediante incentivos o premios que sean mucho más valiosos o importantes de obtener para el drogadicto, todo lo cual constituye una clara instancia de lo que autores como Berger y Luckmann llaman resocialización, que se entiende como un proceso de adopción gradual o brusca de nuevos valores, pautas y marcos de referencia. La integración nuevamente a la vida social, desde el apoyo y ayuda incondicional de la familia, facilitarán y proporcionarán una íntegra recuperación de su estado crítico.
    Isabel Senabre señala en este artículo que, a causa de la drogadicción que padece alguno de los integrantes de una familia, ésta última pasa por varias etapas negativas “que pueden alterar el funcionamiento de la casa, de ahí que también debamos explicar a los familiares, que lo que ocurre no es culpa de ellos”. Sobre esta ausencia de culpa por parte de la familia, creemos que no siempre es así, ya que la adicción a las drogas, tal como lo señala Peter Conrad sobre ésta y otras conductas como el alcoholismo y la hiperactividad, puede constituir una adaptación a una situación social, un síntoma de problemas en el sistema social, una señal de algún trastorno en la escuela o en la familia. En esta última la drogadicción podría ser gatillada por factores como la ausencia, autoritarismo o despreocupación de los padres, violencia intrafamiliar, abuso sexual, etcétera. Son traumas que se han configurado en la formación del individuo y por ende constituyen sus formas de expresarse y desenvolverse en la sociedad. Por lo tanto consideramos que las familias, si realmente desean que el resultado de la rehabilitación sea duradero y mantenga al paciente alejado definitivamente del flagelo de la droga, no basta con que le brinden su total apoyo y comprensión en su tratamiento, sino que ellas también deben reflexionar sobre los errores que han cometido en la configuración de la personalidad y las pautas de conducta de los jóvenes y reconocer los daños y sufrimientos ocasionados a ellos como consecuencia de estos errores, algo que aparentemente no es señalado en este artículo. Esto refleja que la familia es uno de los agentes fundamentales de la socialización primaria, que para el individuo es la más importante por ser la base de sus socializaciones posteriores.
    Podríamos repensar que la familia no es el único agente socializador capaz de resguardar o incluirse en el proceso de resocialización del drogadicto. Podríamos plantear que amigos cercanos o cónyuges son individuos fundamentales en este proceso, pero éstos serían agentes externos para reingresar a la sociedad al sujeto dependiente, ya que la familia siempre será el agente esencial en la formación del individuo en sus primeros años de vida, por ende el agente fundamental en reenseñarle a vivir en sociedad sin depender de sustancias que afectan su normal funcionamiento vital y social. Sin duda que amigos, conocidos o cónyuges serán agentes que proporcionarán una recuperación más íntegra, pero desde una óptica externa, ya que siempre la familia estará en primer lugar.

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  2. Las familias por lo general si en las sociedades occidentales por lo general son una cuna donde los individuos adquieren apoyo de distintas maneras. Claramente si entendemos como problema la adicción a sustancias ilícitas nos encontraremos con un individuo que, inmerso en normas sociales, habrán fuerzas que intentarán resocializar. En este sentido, la familia va a jugar un papel clave en la inserción del sujeto al mundo que se constituye de normas y valores, adquiriendo éstos y actuando de manera tal que no se le considere un “problema”.
    La innegabilidad de la familia como factor importante de resocializar es importante entenderla desde una visión más crítica, pues el proceso largo de estigmatización que se ha venido llevando a cabo provoca en las conciencias colectivas dos tipos de sujetos: drogadictos y no drogadictos. Vale decir que estos “aproblemados sujetos” hay que convertirlos en “no adictos”, pero ¿quién no es adicto a una droga?, ¿las sociedades tendrán que inventar agentes resocializadores para que no se consuma café, píldoras varias para gente sana, coca-cola, etc.?
    Las pautas conductuales que están siendo día a día entregadas a las personas van articulando entes funcionales, donde es bajo el cuestionamiento por bastos sectores de la sociedad y que no logran discernir críticamente lo que se postula como formas o acciones correctas e incorrectas.
    Las drogas siempre van a estar siendo relacionadas con ciertas conductas y en aquello va a recaer su rectitud o no rectitud de acuerdo a valores de carácter más univrsales. Por ejemplo la pasta base está ligado a la población, delitos violentos (a veces con término de muerte), destrucción familiar, etc. El café ligado al estar despierto, oficina, once u otra actividad grupal. Ambas sustancias son drogas y generan drogadictos, ambas generan dependencia física al componente, ¿ambos deben ser tratados como “drogadictos”? ¿Qué sucede si se compara el LSD con la Coca-cola?
    Las familias siempre deben dar el apoyo a los problemas que aquejan a las personas, pero también es misión de las familias la investigación con respecto a la conducta que se desea eliminar para contar así con una mayor autonomía y solución para la persona.

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